24 de marzo de 2024

Física cuántica para filó-sofos - Alberto Clemente de la Torre (1992)

Título: Física Cuántica para filó-sofos
Autor: Alberto Clemente de la Torre
Año: 1992
Páginas: 129
Editorial: Fondo de Cultura Económica
ISBN9789681661991

Si te preguntas si después de leer este libro vas a ser un conocedor de la teoría cuántica y todos sus entresijos, la respuesta es rápida: NO. Ahora bien, si consideramos la brevedad del volumen (129 páginas), se trata de un muy buen punto de partida para hacerse una idea de en qué consiste eso de la física cuántica y qué interrogantes plantea, dentro de la propia disciplina y en lo filosófico. Pese al tiempo transcurrido desde su publicación (1992), los fundamentos de la física cuántica son los que son, y aunque haya habido avances considerables, no miente en la declaración de intenciones que deja clara desde el mismo título (y que desarrolla en el capítulo introductorio): el propósito del libro es servir como acercamiento para que todo aquel con curiosidad y pasión por el conocimiento y el saber (etimológicamente "filo-sofos") pueda adentrarse, de un modo bastante suave y asequible, a los terrenos de la cuántica y sus consecuencias.

Lo que sigue es un resumen del contenido del libro, que ya es de por sí lo suficientemente breve, y lo único que pretendo con esto es que lo leas y saborees por ti misma. (Las cursivas entrecomilladas son fragmentos textuales).

Nuestra intuición pertenece al mundo de la mecánica clásica

Antes del nacimiento de la cuántica se llegó a pensar que no quedaba más por descubrir en física que no fuese refinar los procesos de medida. Sin embargo, tras la irrupción de ésta, el giro de tuerca en la física así como los desarrollos que hemos conseguido  gracias a ella (semiconductores, componentes electrónicos y todo el desarrollo informático subsiguiente por poner un ejemplo), y la situación epistemológica, gnoseológica y ontológica a la que nos deriva las interpretaciones sobre la misma,  no son sino una invitación a que nos acerquemos a conocer, aunque sea superficialmente, los fundamentos de este dominio de la física.

Es cierto que los resultados de la mecánica cuántica pueden parecer contrarios a nuestra intuición, pues el mundo macro en el que vivimos (y sobre el que descansa nuestro modo de ver y entender el mundo) se encuentra perfectamente determinado por la descripción que de él hace la mecánica clásica. Esto supone un desafío para nuestra inteligencia, ya que del mismo modo en que la ciencia es fruto de ella,

“el ser humano no tiene la libertad de no pensar”

Para poder realizar una mejor explicación de los fundamentos de la cuántica (y sus implicaciones), nos presenta una serie de definiciones en relación con lo que entendemos por realidad, y cómo los sistemas físicos son abstracciones de ésta para facilitar su estudio. Esto podemos entenderlo fácilmente con la analogía del territorio (la realidad) con el mapa (las distintas teorías científicas que dan cuenta del mismo con una mejor o peor aproximación según lo que se pretenda estudiar, y para el que pueden existir distintas formalizaciones empleadas para estudiar distintos aspectos del territorio: orografía, carreteras, tendido eléctrico, líneas de metro…). En dichos sistemas contamos con observables, que son las cualidades de la realidad susceptibles de ser medidas y cuantificadas, y que veremos son uno de los principales problemas de la cuántica, pues los sistemas físicos que estudia no tienen contacto directo con nuestros sentidos y no podemos tener la seguridad de no haber omitido alguna propiedad relevante de la realidad (bien porque no se haya manifestado aún, o porque nunca lo haga).

Las teorías físicas constan de dos partes, a saber: formalismo e interpretación, donde en el caso particular de la cuántica tenemos que:

“la mecánica cuántica posee un excelente formalismo, cuyas predicciones han sido verificadas experimentalmente con asombrosa precisión, pero carece de una interpretación satisfactoria”

Antes de meterse en harina hace un alto en el camino para desarrollar brevemente algunos de los principales observables de la mecánica (tanto clásica como cuántica), añadiendo una serie de ejemplos explicativos para introducir al lector que carezca de conocimientos básicos de física, de modo que pueda apreciar las implicaciones filosóficas acerca de las diferentes interpretaciones que hay sobre esta teoría: posición (X), velocidad (V), impulso (P = mV), energía (E, tanto cinética debida al movimiento del cuerpo, como potencial, aún no realizada y que eventualmente se convertirá en energía cinética), acción (A, que relaciona los valores de energía -en cada instante- considerados durante la evolución temporal y espacial del sistema)

Es útil tener claras estas magnitudes, pues nos permite identificar los dominios de aplicación para las diferentes teorías de la física. En la siguiente imagen, los ejes representan los valores de velocidad y de acción, pudiendo clasificar en función de ellos los sistemas físicos conocidos, que quedan acotados del siguiente modo:

  • Nada puede moverse a velocidad mayor que la de la luz c (V ≤ c)
  • La evolución de todo sistema físico presenta una acción nunca inferior al de la constante de Planck ħ (A ≥ ħ)


  • La mecánica clásica (MC), que nace con Galileo y Newton es la que la mayoría de la gente tiene en mente. Presenta interpretaciones claras y sin ambigüedades, permitiéndonos permite funcionar sin problemas en la mayoría de aplicaciones del día a día en nuestro mundo macroscópico.
  • La mecánica clásica relativista (MCR) es la mecánica desarrollada a partir de Einstein y su teoría de la relatividad, y que permite dar cuenta de aquellos procesos clásicos a altas velocidades, donde las cosas comienzan a comportarse un poco de manera diferente.
  • La mecánica cuántica (MQ) se emplea para sistemas con baja acción y bajas velocidades (cuyas interpretaciones y problemas se tratarán más adelante).
  • La mecánica cuántica relativista (MQR) considera sistemas cuánticos a grandes velocidades y que presenta sus propios debates en cuanto a interpretaciones (y que quedan fuera del alcance del libro).

Realismo VS instrumentalismo en nuestros procesos de observación del mundo

Quizá la principal confrontación a la hora de interpretar la teoría cuántica es en la relación que esta mantiene para con la realidad, pudiendo considerar dos planteamientos fundamentales:

  • Realismo: existe una realidad externa a nosotros y que se corresponde aproximadamente a lo descrito por la teoría.
  • Instrumentalismo: nuestra teoría es una mera herramienta de cálculo que nos permite hacer predicciones y evaluaciones contra la realidad, pero sin que exista esta fuerte relación de correspondencia entre lo calculado y lo realmente existente (el autor se refiere a esta postura como positivismo, por el enfoque de las filosofía positivistas y empiristas del siglo XIX de Comte y Mach, y la posterior filosofía neopositivista del siglo XX y coetánea a los desarrollos tempranos de la mecánica cuántica).

Para introducir este problema de posturas, utiliza el ejemplo sobre la observación de un árbol. Cuando decimos que vemos un árbol, ¿se encuentra realmente ahí?, ¿existe?. ¿Lo que “vemos” es realmente un árbol o se trata sólo de los rayos de luz que entran por mi retina y realizan una excitación eléctrica en mi nervio óptico y que es interpretada como “árbol” en el cerebro?.

Si en última instancia se redujera todo a las excitaciones de nuestra actividad cerebral, lo que “vemos” en sueños o durante un proceso alucinatorio, ¿existe en realidad?.

En la observación de elementos en el mundo macro (el de la mecánica clásica), los datos sensoriales de los distintos individuos coinciden entre sí, lo que nos permite constatarla y darla por buena, o incluso desarrollar teorías en este dominio que nos permitan ahondar aún más en la situación, pudiendo establecer cierta correspondencia entre lo experimentado y la realidad, permitiendo así aceptar la posición realista en estos casos, que además se presentaría como la posición más económica (à la “Navaja de Ockham”) a la hora de ofrecer la mejor explicación sobre aquellos resultados que nos ofrecen nuestros experimentos.

Sin embargo, todo experimento presenta una serie de intervinientes que no pueden ignorarse a la hora de sacar conclusiones sobre el mismo, a saber:

  • La parte de la realidad en estudio
  • El instrumento usado para realizar la observación
  • La mente (el observador) detrás del aparato

En el mundo clásico se puede aceptar la independencia (más o menos) entre los distintos niveles, pudiéndose incluso estimar los errores metodológicos e instrumentales en las distintas partes del proceso y que nos permite establecer una correspondencia bastante aceptable entre la realidad en estudio y la observación de la misma. Ahora bien, en el mundo cuántico, dados los bajos niveles de acción en que nos movemos, hace que el sistema que conforman el objeto en estudio y el instrumental empleado para medirlo sean indisolubles, y la interacción entre uno y otro se dan al mismo nivel en que se realiza la interacción y que queda marcada por la constante de Planck. Es decir, la perturbación de la medición es del mismo orden de magnitud que el sistema mismo. Este es uno de los principales meollos de la teoría cuántica, y que es fundamental a la hora de categorizarla.

La medición y el principio de incertidumbre

Mientras que en la teoría clásica las predicciones efectuadas acerca del sistema de la realidad nos permite determinar valores exactos, en la cuántica, estas predicciones tienen un carácter probabilístico. Como indicaba antes, el proceso de medición en cuántica no nos permite conocer el valor exacto de las propiedades del sistema “antes” de medir, sino que lo que obtendremos serán las propiedades del conjunto objeto-instrumento “después” de la medida, con lo que lo más que podremos determinar es un rango de valores posibles para la medición dentro de una distribución de probabilidad, y no siempre el valor obtenido será el mismo.

Esta precisión para cada medida (que en mecánica clásica podríamos entender como un pequeño margen de error), se concibe en cuántica como incertidumbre. Por ejemplo, para la posición X y el impulso X, tendríamos respectivamente ΔX y ΔP. 

Fue Heisenberg (con su principio de incertidumbre) quien estableció la relación al respecto de la incertidumbre en la medición simultánea de propiedades. Se refiere a propiedades que presentan algún tipo de relación entre sí, la que presentan la posición y el impulso. Mediante su principio, Heisenberg estableció que existe una cota inferior para el nivel de precisión con que pueden hacerse estas mediciones de propiedades conjugadas (supongamos las propiedades A y B), dado por la expresión

    ΔA·ΔB ≥ ħ

Esto quiere decir que si establecemos una medida súper precisa de la propiedad A (ΔA casi 0), dada la relación con la constante de Planck, el valor de ΔB ha de ser  por tanto considerablemente grande. Esta relación es la principal responsable del carácter probabilístico de la mecánica cuántica.

Para ilustrar esto (tanto el problema de la incertidumbre como el carácter probabilístico de la teoría), se nos presentan una serie de sistemas cuánticos sencillos y que Clemente desarrolla para explicar estos conceptos con mayor detalle:

  • El espín de un electrón y cómo en función de su orientación nos ofrecerá resultados con mayor o menor probabilidad de devolver sus dos posibles valores (-½ o +½)
  • Una partícula que se mueve libremente en una dirección, para ilustrar la incertidumbre en la medición de su posición y su impulso dada por ΔX·ΔP ≥ ħ
  • Una partícula analizada bajo el prisma del oscilador armónico, para así dar cuenta de la dualidad ondulatoria y corpuscular cuando se lleva al sistema a sus estados límite de  ΔX=0 y ΔP=0.

¿Qué tiene de «cuántica» la mecánica cuántica?

De momento sólo se ha comentado el asunto de la medida limitada por la consideración holística del sistema objeto-instrumento y la incertidumbre asociada para la determinación de características conjugadas, pero, ¿por qué hablamos de “cuántica”?.

Si pensamos en el sonido que emite una cuerda de guitarra, según la frecuencia de oscilación de la misma podemos darnos cuenta que hay momentos en que el sonido suena como rasgado, mientras que en otros momentos suena nítido y claro, como “a lo que tiene que sonar”.

Algo similar es lo que ocurre con las propiedades cuánticas y las limitaciones en cuanto a su medición dadas por el principio de incertidumbre. Ya se ha comentado que varias propiedades se encuentran interrelacionadas entre sí, afectando el nivel de precisión (incertidumbre) con el que puede medirse. Esto hace que haya una serie de valores discretos en los que la medida parece “encajar mejor”, mientras que el resto de posibilidades del continuo se tornan imposibles de alcanzar. Esto sería la razón por la que al medir el spin únicamente hayamos medidas para -½ y +½, careciendo de cualquier posible valor intermedio.

De hecho, esta característica a la hora de estudiar sistemas cuánticos fue la que detonó originalmente esta concepción de valores “cuantizados”, pues es lo que Planck estipuló en sus estudio del espectro de radiación del cuerpo negro, que sólo ofrecía una serie de valores discretos concretos al estudiarlo.

En palabras del autor:

"Cuando el sistema físico tiene cierta complejidad, es imposible satisfacer todas las condiciones que relacionan a los observables si los mismos pueden tomar cualquier valor numérico. Solamente para ciertos valores discretos es posible satisfacer todas las relaciones entre los observables. Estos valores discretos no aparecen en la física clásica, porque, como ya se dijo, los observables clásicos tienen mayor grado de independencia entre sí que los cuánticos. Es fácil entender que exigir ciertas relaciones entre variables trae como consecuencia que éstas sólo pueden tomar valores discretos en vez de tomar cualquier valor continuo, como sucede en ausencia de la restricción (..) sólo si algunas cantidades toman valores discretos, cuantificados, es posible satisfacer todas las relaciones de dependencia entre los observables. Hemos ya encontrado un ejemplo de esto, cuando vimos que el espín de un electrón toma el valor 1/2 o −1/2 y ningún otro valor intermedio, cualquiera sea la dirección en que lo midamos"

Gracias a la cuántica y la comprensión de este comportamiento al nivel de los átomos se ha podido entender y explicar fenómenos como las afinidades químicas entre elementos, la conductividad eléctrica y térmica de los materiales, el magnetismo, la superconductividad, los colores de los materiales… que quedaban fuera del alcance y contexto de la física clásica.

Yendo más allá, ha permitido adentrarse en la estructura propia del núcleo atómico y las fuerzas que rigen a su nivel, logrando desvelar nuevas partículas (subatómicas) que son las que dan cuenta de la estructura interna de aquellas partículas que tradicionalmente asociámos al átomo (electrón, protón y neutrón).

Gatos, argumentos y paradojas

Una vez vista la problemática vinculada con la medida, ésta puede afrontarse principalmente de dos maneras: aceptarla, usarla y no encontrar problema como tal; o asumir que hay un problema para el que no tenemos solución.

Dado que en el proceso de medición el objeto a estudiar y el instrumento interactúan modificándose mutuamente, y que si bien puede despreciarse (o estimarse) en el dominio clásico, presenta problemas en el cuántico. En este caso, la inferencia observacional involucra al sistema total objeto-instrumento-observador. 

Sea cual fuere el valor real de la propiedad antes de la medición, y aquel valor determinado tras ésta, el hecho de medir supone un cambio violento sobre la distribución de probabilidades de los valores posibles que se tornan en el valor concreto fruto de la medida, lo que se denomina «colapso del estado». Es decir, el valor previo a la medida estaría considerado dentro de la distribución de probabilidades dada por la teoría cuántica, y es el mero hecho de observar lo que hace que dicha probabilidad “colapse” al valor concreto que medimos. ¿Cómo ocurre esto?. Si lo supiéramos, no estaríamos aquí.

El principio de incertidumbre podemos entenderlo desde un punto de vista gnoseológico (el modo en que validamos el conocimiento que tenemos del sistema), u ontológico (la realidad existente del sistema). El primero es más cómodo de aceptar, donde diríamos que la partícula sí tiene posición, impulso, energía,... bien definidas, pero la mecánica cuántica no nos permite calcularla. La partícula observada ya tenía un valor para la característica antes de que la observemos y el «colapso» no se produce en el estado del sistema, sino en nuestro conocimiento del mismo. 

Tomar esta postura, y aceptando la corrección de la mecánica cuántica en un marco realista (donde se da la correspondencia entre lo expuesto por la teoría y lo existente en el mundo), nos fuerza a aceptar la existencia de una serie de variables ocultas que sean las que determinen los valores exactos de las propiedades observables. Esta es la línea de discusión que seguiría el experimento mental EPR (que comentamos más adelante).

Cabría plantearse también, si la causa del colapso fuese debida al conocimiento que se da en el individuo que está controlando el instrumento de observación. ¿Sería la conciencia de esta persona la responsable de que se produzca el colapso?. Este punto de vista se desarrolla dentro del experimento mental de el amigo de Wigner. Como la medición no es aislada sobre el objeto, sino que ha de considerarse el sistema objeto-instrumento-observador. Si tenemos al amigo de Wigner realizando la medición, para él, el colapso en la medida entre los posibles valores (supongamos 1 o 0) se dará en cuanto él realice la medida. Ahora bien, si Wigner estudia al sistema total, que incluye a su amigo, y para el que la observación sea la confirmación por parte de éste de la medición obtenida, para Wigner existirá una superposición que no colapsará hasta que su amigo le revele su resultado. Desde el punto de vista de Wigner, ¿cuándo ocurrió exactamente el colapso? ¿Fue cuando el amigo había terminado su medición o cuando la información de su resultado entró en la conciencia de Wigner?.

Quizá el experimento mental más conocido en esta línea sea el de el gato de Schrödinger. Supongamos un dispositivo donde un átomo en un tubo puede emitir un fotón que, con igual probabilidad, puede ir hacia uno de los dos extremos del tubo en que se encuentra. En uno de ellos accionará un mecanismo que rompe un frasco con veneno, mientras que quedará libre por el otro. Todo este dispositivo está encerrado en una caja estanca junto con un gato, el cuál morirá o vivirá en función del extremo hacia el que se dirija el fotón. La cuestión es, ¿estará el gato vivo o muerto antes de que abramos la caja y comprobemos la situación, en una especie de estado superpuesto vivo-muerto, dependiendo así el colapso del observador?, ¿o se encontrará ya en el estado correspondiente antes de efectuar la observación?.

La primera opción es controvertida, al relacionar el colapso necesariamente a la observación, pero aceptar la segunda también lo es, pues implica que, aún afirmando la corrección de la mecánica cuántica, ésta no contiene toda la información sobre el sistema físico, dando pie así, de nuevo, a la existencia de variables ocultas, y que por lo tanto implicaría que la mecánica cuántica no es completa.

Sobre esta incompletitud, y como se apuntaba antes, se encuentra el argumento EPR (A. Einstein, B. Podolsky y N. Rosen), el cual ha dado lugar a varias interpretaciones de la mecánica cuántica, claramente diferentes y opuestas.

Pese a ser uno de los precursores de la mecánica cuántica (efecto fotoeléctrico), Einstein siempre fue reacio a la interpretación que desde la escuela de Copenhague daban a los resultados vertidos por la función de onda de Schrödinger. Estaba convencido de que era errónea y trató de derribarla atacando al mismo principio de incertidumbre sobre el que se sostenía. Para ello, planteó un experimento mental donde entraban en consideración la relación energía-tiempo (y por ende, su relación de incertidumbre que habría de venir dada por ΔE·ΔT ≥ ħ).

Se considera un fotón que se deja escapar de una caja por un obturador abierto durante el tiempo ΔT, tan pequeño como deseemos, accionado por un reloj de precisión infinita que se encuentra dentro de la caja. Según el principio de incertidumbre no se podría determinar la energía del fotón con precisión ΔE arbitrariamente pequeña. Sin embargo, y partiendo de la relación E=mc² (es decir, relación entre masa y energía), Einstein propone que si se pesa el sistema antes y después de la medición, tendríamos por un lado la medición infinitamente precisa del tiempo dada por el reloj, y por el otro el valor de la energía calculado mediante la expresión dada. De ser posible, quedaría violado el principio de indeterminación.

Bohr, tras una noche de insomnio intelectual, contraatacó el experimento de Einstein usando a su favor la propia invención del alemán: la teoría de la relatividad general. Ya que, según la relatividad general, el lapso de tiempo medido por un reloj que se hallaa inmerso en un campo gravitatorio es modificado (igual que se entiende el “corrimiento al rojo”), por lo que ya no dispondríamos de esa precisión certera en la medición del tiempo, y que nos devolvería de nuevo la incertidumbre dada por ΔE·ΔT ≥ ħ.

Tras esta derrota parcial, es cuando Einstein, en conjunción con Podolsky y Rosen escriben en 1935 el artículo llamado «Can Quantum Mechanical Description of Physical Reality be Considered Complete?», en el que toman como punto de partida los siguientes cinco elementos:
  • (LC) La validez de la lógica clásica
  • (FMQ) La corrección del formalismo de la mecánica cuántica (las predicciones hechas se corresponden con lo experimentado)
  • (REA) El realismo científico definido como: si se puede predecir con exactitud el valor de un observable sin modificar de ninguna manera el sistema, entonces existe un elemento de realidad física en el sistema asociado a dicho observable.
  • (COM) La completitud de una teoría tal que, si existe un elemento de la realidad física que la teoría no abarca, entonces ésta es incompleta.
  • (SEP) La separabilidad de sistemas, que nos indica que dos sistemas S₁ y S₂ tales que si se encuentran lo suficientemente alejadas se comportarán independientemente el uno del otro.

El planteamiento EPR se establece de la siguiente manera LC ∧ FMQ ∧ REA ∧ SEP) → ¬COM. Es decir, si se cumple que tanto la lógica clásica se cumple, que es correcto el formalismo de la mecánica cuántica, que se acepta el realismo científico en los términos dados y que existe separabilidad entre sistemas, entonces la mecánica cuántica no es una teoría completa. Para ilustrarlo, se emplea el siguiente ejemplo:

Dos partículas (1 y 2) inicialmente se han visto relacionadas (bien porque se encontraban en interacción, o bien se trata de las dos partes de que se componía una partícula previa que al descomponerse libera e independiza una parte de la otra), y que se mueven ahora en una dimensión. Cada partícula supone un subsistema con sus propias propiedades independientes, consideremos las posiciones (X₁ y X₂) y los impulsos (P₁ y P₂), y otras propiedades relativas al sistema en su totalidad mientras existía la interacción como la distancia entre partículas (D = X₂ – X₁), o el impulso total (P = P₁ + P₂) que son conocidas antes de efectuar nuevas mediciones.

Es decir, conocemos D y conocemos P, y en este momento las partículas 1 y 2 están separadas e independientes la una de la otra.

Si medimos por un lado X₁, mediante la relación con D podemos obtener X₂. Si medimos  ahora P₁, mediante la relación con P obtenemos P₂. Por mucho que en las mediciones particulares de 1 se haya dado interacción con el sistema, ya que se acepta la condición de localidad (separabilidad entre sistemas) se han obtenido los valores exactos de 2 sin haber interactuado físicamente con él, lo cual contradiría lo estipulado en el formalismo cuántico para con la relación de incertidumbre, y que nos abocaría a considerar la incompletitud de éste.

Este sencillo experimento mental, abrió la caja de Pandora, y a su vez, la puerta a las diferentes interpretaciones de la mecánica cuántica que se sucedieron para tratar de dar respuesta y explicación ante esta “paradoja”.

Interpretaciones de la mecánica cuántica

Un posible modo de solucionar el problema es demostrar como falso uno de los cuatro pilares del antecedente del argumento (LC, REA, SEP o FMQ).

  • Abandonar la lógica clásica: hay lógicas alternativas que consideran que ésta no ha de limitarse a la bivalencia V-F, como las lógicas polivalentes que consideran un valor intermedio de indeterminación (V-F-I), o lógicas difusas que consideran el espectro continuo de valores entre 0 (falso) y 1 (verdadero). Sea cual sea la opción tomada, la mecánica cuántica es relevante a la hora de determinar los valores de verdad para las proposiciones, de modo que la lógica queda subordinada a la mecánica cuántica, contrariamente a la creencia de que la lógica está por encima de todas las ciencias. Tendríamos así una suerte de interrelación entre los formalismos de la lógica y la mecánica cuántica, que nos torna a rechazar la posibilidad de negar la validez de la lógica.
  • Aceptar que el formalismo de la mecánica cuántica sea falso, sin embargo, todo examen experimental al que se han llevado las predicciones de la cuántica desde que fue postulada se han mostrado correctos con un nivel de precisión elevadísimo, lo que permite descartar esta posibilidad por improbable.
  • Negar el realismo. Es la postura principal que adoptó Bohr (y sus seguidores en lo que ahora se conoce como “Interpretación de Copenhague”). Para Bohr, este realismo débil no es compatible con el formalismo de la cuántica, pues ya que según el principio de complementariedad (que viene a afirmar que, si se quiere captar la naturaleza como un todo, hay que expresarse utilizando modos de descripción contradictorios, pero complementarios, que Bohr ejemplificaba con las teorías ondulatoria y corpuscular, válidos cada uno por sí mismos, aunque (en términos de la física de Newton) incompatibles entre sí) es factible aceptar las contradicciones a las que parece llevarnos el principio de incertidumbre, lo que supondría la necesidad de revisar nuestra idea de realismo, aceptando así el carácter útil e instrumentalista del formalismo cuántico.

Al limitarse a relacionar resultados experimentales y predicciones sin pretender interpretar la realidad, la interpretación de Copenhague no enfrenta los problemas mencionados con la medición ni los relacionados con las interpretaciones ontológicas o gnoseológicas de las probabilidades, de allí su enorme éxito. En ella, la mecánica cuántica es completa, no tiene sentido hablar de separabilidad ni de los elementos de la realidad física. El principio de complementariedad, cuya manifestación en el formalismo se encuentra en el principio de incertidumbre, es lo que permite salvar estas dificultades. 

  • Siguiendo la negación de la completitud, y planteando teorías que incluyan variables ocultas, presentan el atractivo de poder ser consideradas deterministas. Aunque existan esas variables ocultas para nosotros, de conocerlas en algún momento, garantizaría poder seguir en un mundo donde las teorías físicas nos permiten determinar la realidad que postulan. Es decir, preservan el determinismo de la teoría para con los observables, más propio de la mecánica clásica y la realidad en que vive nuestra intuición. En este caso, la probabilidad que presenta el formalismo no sería sino el reflejo del desconocimiento que tenemos de dichas variables ocultas. Por contra, supondría aceptar que existen aspectos relevantes de la realidad que no son conocibles por nosotros. 

Von Neumann hizo un planteamiento que demostraba la imposibilidad de que haya teorías con variables ocultas compatibles con el formalismo de la mecánica cuántica. Sin embargo, cuando parecía zanjado el debate, D. Bohm, ignorando la supuesta prohibición, desarrolló una teoría con variables ocultas que era perfectamente coherente. Esta aparente contradicción creó algo de confusión que ya se ha aclarado, pues lo que el teorema  de Von Neumann prohibía es recrear con variables ocultas el formalismo de la cuántica, pero lo que Bohm hizo fue plantear un nuevo formalismo, sin variables ocultas, y que ofreciese las mismas predicciones. Tenemos así una teoría determinista y sin variables ocultas, pero con el sobrecoste de incurrir en complicaciones innecesarias para obtener los mismos resultados que una teoría más simple y elegante como la cuántica ya estaría proporcionando. Esto quizá pueda entenderse atendiendo al caso de la mecánica clásica, donde los formalismos de Newton, Hamilton y Lagrange ofrecen los mismos resultados con herramientas de cálculo radicalmente diferentes (e interpretaciones también diferentes.)

  • Negar la localidad (separabilidad). John Bell propuso una forma matemática para poder verificar la paradoja EPR. Bell logró deducir unas desigualdades asumiendo que el proceso de medición en mecánica cuántica obedece a leyes deterministas, y asumiendo también localidad, es decir, teniendo en cuenta las críticas de EPR. Si Einstein tenía razón, las desigualdades de Bell son ciertas y la teoría cuántica es incompleta. Sin embargo, posteriores procedimientos experimentales violaban las desigualdades de Bell, lo que nos lleva a considerar la no localidad, rechazando así las conclusiones del planteamiento EPR. Esto queda recogido en el teorema de Bell:

Ninguna teoría física de variables ocultas locales puede reproducir todas las predicciones de la mecánica cuántica.

Cierre y conclusión

Con vistas a concluir el libro (pero invitando a la reflexión y a la evidente continuidad que tenía la cuántica entonces, y que sigue teniendo hoy en día), el autor nos dice:

"Es posible que los problemas planteados para la mecánica cuántica no tengan solución dentro de un contexto no relativista y que la teoría definitiva aparezca en la esquina superior derecha del diagrama velocidad-inacción. El límite no relativista de la misma reproduciría el formalismo hoy conocido de la mecánica cuántica. Esta posibilidad debe ser tenida en cuenta a pesar de recorrer el camino opuesto a la vía usual que va «de lo sencillo a lo difícil». Quizás al pretender desarrollar una teoría cuántica no relativista hemos penetrado en un callejón sin salida. Posiblemente dicha teoría definitiva resuelva también las cuestiones planteadas por la teoría de las partículas elementales, unificando las propiedades «internas» de las partículas (masa, carga, espín, etc.) con las «externas» (posición, impulso, etc.) en una sola teoría. 

No existen aún indicios claros de su nacimiento, pero el germen puede estar ya en la mente de algún teórico".

Y antes de cerrar nos presenta otra posible interpretación, la de los muchos mundos de Everett, que nos propone que cada vez que nos enfrentamos al colapso de la medida, realmente este no se da, sino que el universo se bifurca en tantas realidades como posibles valores hubiéramos podido obtener. Ante la paradoja del gato de Schrödinger, en nuestro universo tendríamos un gato vivo, mientras que en otro universo paralelo, estaríamos tristes por el fallecimiento del animal. De nuevo tenemos una solución a un problema (el de la medida), pero nos abre otro problema aún mayor, el de lidiar con la existencia de ingentes e inacabables universos que se estarían autogenerando de modo incontrolado, y de los cuales no tenemos conocimiento ni acceso alguno, lo que impide su análisis ni su validación o refutación.

Como conclusión, y tomando de nuevo las palabras de Alberto Clemente:

"Es erróneo considerar a la física y a la filosofía como dos disciplinas separadas, autónomas e independientes. Este error tiene largas raíces que se pueden rastrear hasta la diferenciación aristotélica entre física y metafísica, y se manifiesta, en el presente, en hechos tales como, por ejemplo, que en los planes de estudio superiores de física rara vez, o nunca, aparecen cursos de filosofía, y tampoco los estudiantes de filosofía acceden a cursos de física. La historia de la física y de la filosofía muestran claramente que ambas están ligadas. Todo cambio de paradigma, toda revolución científica no sólo ha producido nuevos conocimientos sobre la naturaleza, nuevos formalismos matemáticos, nuevos experimentos y nuevas posibilidades técnicas, sino que, además y fundamentalmente, ha promovido nuevas visiones de la realidad con fuertes implicaciones filosóficas".

 

18 de noviembre de 2023

War Games (1983) - [🎬 Cine y ciencia]


"War Games" es una película de 1983 que hace gala del más puro estilo ochentero, en una historia que combina el miedo a la destrucción nuclear y la constante tensión de la Guerra Fría, el cada vez mayor interés por la informática, tecnología que aún se muestra en pantalla como un montón de interruptores y bombillas que se apagan y encienden, y la presencia de unos chavales que son a la vez parte y solución del problema que articula el argumento de la historia.

Sin hacer mucho destripe (no más que el que hace el tráiler a continuación), la premisa de la película nos muestra cómo el departamento de defensa de los Estados Unidos ha delegado el control de su sistema de respuesta ante ataques nucleares a una inteligencia artificial que sería capaz de evaluar el riesgo existente en cada momento, para así poder responder como si de un juego se tratase.

Nuestro protagonista, David Lightman, es un chaval de instituto con inquietudes por la informática y la cacharrería de su tiempo, que lo mismo se conecta al ordenador del instituto para cambiarse las notas, que intenta conectarse a los ordenadores de una empresa de videojuegos para poder jugar "de gratis" sin pasar por caja. Es en este intento en el que se conecta por error a los sistemas que controlan el programa de seguridad nuclear, y sin saber el alcance de lo que está haciendo, comienza a "jugar".


No había visto esta película hasta hoy (40 años después de su estreno). Puedo poner como excusa que la película es más vieja que yo (lo cual es verdad), y que si bien la tenía en mi lista de "películas que ver", la falta de tiempo y la ingente cantidad de entretenimiento audiovisual me ha retenido de verla hasta ahora.

La perspectiva actual (y el rigor y criticidad que hay que evitar a la hora de evaluar los guiones de cine) te deja más que clara la imposibilidad de que un adolescente pudiera ser capaz de penetrar en los sistemas del gobierno, o que directamente uno de los organismos del mundo que más gaste en términos de seguridad pudiera ser tan vulnerable (démosle el beneficio de la duda al guion en aras de poder construir un buen argumento para la historia). A pesar de ello, sí que sigue estando vigente en cuanto a cuestiones éticas que hemos de tener presentes en tanto que la tecnología tiene cada vez mayor protagonismo en nuestras vidas, cosa que podemos apreciar cada día más con la incipiente presencia de las inteligencias artificiales que parecen ser capaces de realizar cada vez más cosas.

Los siguientes interrogantes surgen rápidamente al hacer una breve reflexión sobre la película:

  • ¿Hemos de delegar toda responsabilidad en la toma de decisiones a unos algoritmos que en ocasiones actúan de un modo tan opaco que no permite entender el criterio adoptado para la decisión tomada?
  • ¿Hasta qué punto han de fijarse unos patrones éticos para la implementación y uso de algoritmos de decisión o inteligencias artificiales?
  • ¿Son realmente inteligentes estos sistemas?
  • ¿Debe la tecnología ser un mero apoyo y soporte para una acción últimamente humana, o hemos de delegar toda la responsabilidad a la máquina independientemente de la tarea a realizar?
  • ¿Estaríamos abandonando voluntariamente nuestra identidad como humanos en tanto que más delegación de atribuciones depositemos en la tecnología?

Espero que nadie me malinterprete como un ludita respecto a la tecnología. Para nada, soy firme defensor de que gracias a la tecnología (y la ciencia en general) vivimos más y mejor, pero también hemos de ser conscientes de toda la raigambre propiamente humana que una máquina no puede atender ni entender. 

A veces me da la sensación de que nuestra sociedad de hoy, tan marcada por la búsqueda del placer inmediato, estaría en ocasiones dispuesta a desentenderse de sí misma y sus responsabilidades como especie si a cambio tenemos una herramienta que haga el trabajo por nosotros: escriba nuestros ensayos para clase (sin que luego revisemos si el resultado es realmente de calidad o no), ilustre nuestros contenidos audiovisuales (sin que reparemos en si el cómo se ha llegado a dicha imagen pueda haberse pasado por el forro los derechos de autoría de la obra de aquellos a los que ha plagiado para darnos resultado), o que elija por nosotros la película que ver a continuación (después de tanto tiempo reclamando la posibilidad de poder elegir qué ver, cuando por fin la tenemos dejamos que sea la plataforma la que nos diga que producto consumir, como cuando era la televisión lineal la que te daba la única opción disponible).

Puede que sean ejemplos tontos, pero la implicación a nivel social de ciertos aspectos de esta índole son importantes. No ya el caso extremo que nos muestra la película, donde se da la situación de que pueda detonarse la tercera guerra mundial por culpa de un sistema que funcione erróneamente y que muestra evidentes problemas de seguridad; pero si nos centramos en una escala más pequeña, propia de nuestro día a día, nuestra vida está siendo sesgada sin que nos demos cuenta, y como planteaba en una de esas preguntas que me surgían tras ver la película, quizá estemos abandonando nuestra humanidad en pos de las inteligencias artificiales, y lo hacemos sin ser conscientes de ello. Lo bueno es que de momento tenemos capacidad de tomar acción y decidir qué y cómo queremos actuar al respecto.

En un momento de la película, en el que hay que tomar una decisión en base a lo que el programa determina como un factor de riesgo inminente, se realiza la siguiente afirmación:

"You are listening to a machine. Do the world a favor and don't act like one"

Que bien podría ser una reflexión genérica ante todo este dilema. Seamos humanos. Usemos la tecnología, sí; aprovechémonos de sus beneficios y ventajas, sí; pero seamos humanos tanto en los objetivos a los que sometemos estos avances como con las consecuencias de los resultados que de ellos se obtienen.

Para dar cierre a esta divagación, la siguiente conferencia de Javier Fernández Panadero dentro del circuito de charlas de Naukas, y que se titula "La IA y tú", es una magnífica pieza donde realiza una reflexión bastante mejor elaborada que el barrunte de opinión que me acabas de leer a mí.

Quizá, en este juego sin fin donde se da la dicotomía de hasta qué punto delegar en la tecnología y hasta qué punto tomar las riendas, no sea el juego que queramos jugar, y tengamos que replantear el tablero y las reglas del mismo

"A strange game, the only winning move is not to play"

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Nota curiosa: existe un perfil de LinkedIn de Stephen Falken, la persona detrás del programa protagonista de nuestra película. Más allá de la curiosidad, abre otro punto de duda y cuestionamiento: ¿hasta qué punto somos conscientes de la cantidad de información falsa que existe en internet? Para otro día.


27 de octubre de 2023

Historia mínima del Cosmos - Manuel Toharia (2015)


Título: Historia mínima del Cosmos
Autor: Manuel Toharia
Año: 2015
Páginas: 300
Editorial: Turner
ISBN: 9788416354023
En esta obra, el físico, divulgador y otrora 'hombre del tiempo' Manuel Toharia realiza un recorrido breve, pero ilustrativo, de cómo ha sido la evolución del universo y del ser humano como especie inteligente dentro de él. Como reza el propio subtítulo del libro: “La historia de todo lo que existe, desde el Big Bang a hoy, y cómo lo hemos sabido”.

Y es que en efecto, a lo largo de las cuatro secciones en que se divide, consigue ponernos en la piel de aquellos primeros seres humanos que, mirando a las estrellas se preguntaron que qué narices era todo aquello; recorriendo el paso del tiempo desde su mismo origen hasta el día de hoy, en que hemos llegado a aventurar lo que ocurrió en aquel lejano principio, y abrimos una ventana de posibilidades a lo que podrá venir en el futuro.

Mi recomendación ya de antemano es la de que merece mucho la pena inmiscuirse en sus páginas, pero para aquellos que tengan la duda, o simplemente quieran saber con un poquito de detalle los diferentes puntos que se tratan, a continuación os hago un breve comentario del índice de temas del mismo:

Primera parte: cosmogonías

1. Mirar al cielo
2. Cosmogonías
3. Los primeros intentos
4. Grecia clásica
5. Oscurantismo medieval

En esta primera parte ya se nos plantea desde un principio la distinción entre cosmogonías y cosmología. Ambas pretenden explicar el origen del mundo, solo que mientras que las primeras se basan en mitos y leyendas que en muchas ocasiones recurren a entidades sobrenaturales para dar cuenta de sus explicaciones, la segunda tiene sus cimientos asentados en el conocimiento científico.

Y es que, si bien no lo consideraríamos ciencia con la perspectiva actual, en la antigua Grecia ya hubo pensadores que se salieron de esa tónica mitológica para la explicación, e intentaron dar una justificación a lo que veían mediante cosas tangibles, como los distintos elementos que de hecho podían palpar y las transformaciones que éstos sufrían.

Pero, y mal que nos pese, estos avances se vieron lastrados con la aparición de una nueva visión cosmogónica, o mejor dicho, teogónica. Con la institucionalización de las tres grandes religiones monoteístas y las iglesias monopolizadoras de todo lo que ocurría en el mundo terrenal (en particular, la Iglesia Católica), la versión oficial quedaba claramente marcada y acotada, y ojo con quien pretendiera salirse de ahí.

Segunda parte: nace la cosmología

  6. Cosmogonías y cosmología
  7. Copérnico
  8. La Iglesia contraataca
  9. Por fin, Galileo
10. Newton (y Kant)
11. La Enciclopedia

Decía que ojito con salirse del linde demarcado por la Iglesia Católica, ya que la historia nos ha mostrado más de una vez lo que puede suponer enfrentarse al dogma establecido por la ideología dominante. Es en esta tesitura donde personas como Copérnico, Bruno, Kepler y Galileo dieron a conocer sus estudios acerca de los cielos, y sus conclusiones que plantean que quizá no todo giraba en torno a la Tierra (ni en consecuencia en torno al ser humano), sino que por lo menos éramos nosotros los que rotábamos, como cualquier otro planeta de nuestro sistema, en torno al Sol.

Como decía, semejantes aseveraciones en aquel contexto no eran baladíes, y para muestra la reticencia de Copérnico a publicar, la cremación en vivo de Giordano Bruno o el arresto domiciliario de Galileo. Y sin embargo, la Tierra se movía y giraba como bien tuvo a explicar Newton (que se movía, porque los motivos de por qué lo hacía no eran hipótesis que el británico estuviese dispuesto a afrontar).

Lo que sí era claro, es que gracias a este periodo (en ocasiones mal llamado “Revolución Científica”) se dio un vuelco a la concepción que se tenía del mundo y del modo de acercarnos a su conocimiento.

Tercera parte: del Big Bang a hoy

12. Los tres primeros minutos del cosmos
13. Galaxias, estrellas… y el Sol

En esta tercera parte damos un salto desde esa sociedad que estaba empezando a abrir su mente al conocimiento (o más bien, acallando las imposiciones eclesiales) para ir a lo más lejos que nuestra mente ha alcanzado a llegar. Al mismísimo comienzo de todo, donde gracias a los avances en cosmología (detonados por la Teoría de la Relatividad de Einstein) hemos conseguido plantear una serie de conocimientos acerca del génesis de la propia materia que compone nuestra realidad, y de cómo ésta fue evolucionando hasta dar lugar a galaxias y estrellas, entre ellas nuestro Sol, que en cierto modo es la madre de todos nosotros.

Cuarta parte: la vida, la inteligencia, el futuro

14. La Tierra, desde hace 4500 millones de años
15. ¿Qué nos depara el futuro?

Aprendemos aquí que, una vez que la Tierra tuvo bien a ser una más entre los planetas que serán sus hermanos, la madre que es el Sol proporcionará la energía necesaria para que la vida pueda tener lugar en ella. Desde la formación de los primeros microorganismos hasta la evolución de las diferentes especies, siendo una de ellas la nuestra. Especie la nuestra un tanto particular, ya que tenemos ese matiz especial que venimos a llamar inteligencia, y que nos diferencia del resto de especies que pueblan el planeta. Si bien el resto de ellas están mejor capacitadas que nosotros para prácticamente todo, gracias a la inteligencia hemos sido capaces de suplir esas carencias y avanzar de una manera sorprendente, siendo incluso capaces de transformar el mundo en que vivimos hasta el punto de ponerlo en peligro (aunque lo que realmente está en peligro es nuestro destino, no el de la Tierra, cuya principal preocupación habría de ser la que determine el Sol en el momento en que “se le termine el combustible” y empiece el show estelar que ya hemos podido apreciar en otras estrellas).

En este punto, se centra Toharia (y a muy buen juicio) en valorar la repercusión que la inteligencia humana tiene para con el mundo y para con nosotros mismos como especie, donde hemos conseguido consolidarnos como la “especie dominante”. Lo que sigue es una cita textual del libro a dicho respecto, que me ha gustado especialmente.

“Sin duda, el desarrollo económico ha generado un despliegue impresionante de los conocimientos científicos y tecnológicos que ha acabado por repercutir positivamente sobre la salud de las poblaciones, incrementando la supervivencia de los recién nacidos y los niños, y disminuyendo la mortalidad general. Los seres humanos -todos, sin excepción, aunque los ricos muchísimos y los pobres muy poco- vivimos cada vez más. Y por tanto la población crece aún más. No es que hayamos comenzado a reproducirnos como conejos, sino que estamos dejando de morirnos como moscas”.

Esa capacidad que es la inteligencia puede verse tanto como una bendición como una maldición, ya que la cosas que nos ha permitido alcanzar, y todo lo que con ello hemos logrado, nos está abocando a un proceso que roza la irreversibilidad y que, si no mediamos en él, podría ser el causante de nuestra propia extinción.

De entre las posibles cosas que nos depara el futuro que se comentan al final del libro, es ésta la que a mi juicio es más importante. Lo podemos tener todo, inventar lo ininventable y conseguir lo inconseguible; pero si no miramos a nuestro alrededor y cuidamos el suelo en que vivimos, de poco nos servirán tales hazañas.


29 de septiembre de 2023

Alternative Math - David Maddox & Malcolm Morrison - [🎬 Cine y ciencia]

¿Existen realmente los quarks?. ¿Cómo hemos de interpretar la mecánica cuántica?. ¿Existe una correspondencia real entre los postulados de las teorías científicas y el mundo real que describen?.

Tanto desde la filosofía de la ciencia como entre los propios científicos existen debates y discusiones acerca de cómo entender la ciencia, y aunque algún día se llegue a un consenso sobre estos temas, siempre quedará algún fleco suelto o se abrirá alguna nueva línea de debate que le de vidilla al asunto.

Ahora bien, en lo que todos sí estaremos de acuerdo es en la exactitud de disciplinas como la lógica o las matemáticas, conocidas también como 'ciencias formales', ya que estudian elementos abstractos con sus lenguajes, aximoas y reglas de inferencia que luego podrán ser utilizados para generar debates como los comentados al principio. Estos objetos y la interrelación entre ellos estaría, en principio, libre de toda disputa en cuanto a su veracidad, porque nadie va a dudar ahora de que dos más dos sea igual a cuatro, ¿verdad?.

... ¿verdad?

En este corto, "Alternative Math", sus autores, David Maddox y Malcolm Morrison plantean una curiosa situación en torno a esta sencilla operación arimética (y de paso se abre otro punto de reflexión acerca de la potestad de los padres a entrometerse en el currículo educativo y en lo que se enseña o no a sus hijos):


Si quieres darle un poco al coco sobre las matemáticas y la idiosincracia de las mismas, te dejo este vídeo donde tres personas que saben mucho divagan acerca de cómo hemos llegado al conocimiento de las matemáticas.

6 de febrero de 2023

Serenade (Steve Miller Band) // Llamando a la Tierra (M Clan) - [🎵 Música y ciencia]

Explorar el universo, viajar a la estrellas, preguntarnos qué habrá ahí arriba. La astronomía ha fascinado al ser humano desde que tiene capacidad para asombrarse, y prueba de ello son la gran cantidad de mitos al respecto que existen, así como toda la ciencia que se generó en cuanto al estudio del cosmos en las civilizaciones antiguas, y lo que ha evolucionado la misma hasta nuestros días.
Hoy, ración doble de temas (la original y una versión) que nos cantan acerca del universo y los viajes de exploración a través del espacio.

 

🎵 Serenade
👥 Steve Miller Band
💿 Fly like an eagle (1976)

Did you see the lights
as they fell all around you?
Did you hear the music,
a serenade from the stars?
Wake up, wake up
Wake up and look around you
We're lost in space
and the time is our own
Whoah
Whoah
Ah 

Did you feel the wind
as it blew all around you?
Did you feel the love
that was in the air?
Wake up, wake up
Wake up and look around you
We're lost in space
and the time is our own
Whoah
Whoah
Ah

The Sun comes up
And it shines all around you
You're lost in space
And the Earth is your own
Whoah
Whoah
Whoah
Whoah


🎵 Llamando a la Tierra
👥 M Clan
💿 Usar y tirar (1999)

He visto una luz,
hace tiempo Venus se apagó.
He visto morir
una estrella en el cielo de Orión.
No hay señal,
no hay señal de vida humana y yo
perdido en el tiempo,
perdido en otra dimensión.
Oh, oh oh, oh ah

Soy el capitán,
de la nave tengo el control;
llamando a la Tierra
esperando contestación.
Soy un cow boy
del espacio azul eléctrico.
A dos mil millones de años luz
de mi casa estoy.
Oh, oh oh, oh ah

Quisiera volver,
no termina nunca esta misión.
Me acuerdo de ti
como un cuento de ciencia ficción.
No estoy tan mal,
juego al poker con mi ordenador.
Se pasan los días,
no hay noticias desde la estación
Oh, oh oh, oh ah



5 de diciembre de 2022

Conferencia "Arte y ciencia", de Carlos Briones - [Arte y ciencia]

Dentro del ciclo de conferencias de la Fundación Canal, el científico del CSIC y escritor Carlos Briones nos presenta esta maravilla de presentación en la que, gracias a su museo virtual, hace un repaso magnífico de cómo la historia del cosmos puede ser contada a través de la representación pictórica de los cuadros.

Desde el origen del universo en el Big Bang, pasando por la formación de los primeros núcleos a los primeros elementos consecuencia de las reacciones nucleares en las estrellas; de la formación de la Tierra a la aparición del agua y el origen de la vida en la misma; de las extinciones masivas y la aparición de los primates que acabaron evolucionando en el homo sapiens y de cómo éste, gracias al desarrollo del cerebro y la capacidad intelectual, ha sido capaz de entender y transformar el mundo. Y de la importancia de conocerlo lo mejor posible para poder cuidar de él y preservarlo.

En esencia, de cómo el arte y la ciencia van de la mano en el desarrollo del ser humano, sin olvidar el tercero en discordia de esta relación, las humanidades, de modo que en su conjunto constituyen los pilares de la cultura:

Σ(A + H + C)=Q

donde:

  • A: Arte
  • H: Humanidades
  • C: Ciencia
  • Q: Cultura

Esta conferencia me parece el prólogo perfecto para la serie de artículos que quiero desarrollar bajo el nombre de "Arte y Ciencia", para recalcar la necesidad de no identificarse a uno mismo únicamente de ciencias o de letras, sino de la cultura.